loader image

Si nos hace tanto mal, ¿por qué procrastinamos?

Procrastinar, el arte de dejar las cosas para después, de evitar lo pendiente por algo completamente irrelevante. Has estado en ese lugar, ¿cierto? Yo también.

Luchar contra la procrastinación no es fácil, de hecho, es algo que también postergamos. Cuando no es detectada o atacada a tiempo, se convierte en un mal hábito que termina por consumirnos y quizá, nos damos cuenta un poco tarde, cuando estamos amargados, con estrés, absorbidos por el trabajo y abrumados con síndrome de burnout.

Pero si nos hace tanto daño, ¿por qué procrastinamos? Esta interrogante me dio muchas vueltas en la cabeza, y como buena periodista de profesión, me puse a investigar y la respuesta que encontré fue bastante interesante.

En un artículo de The New York Times se explica que este vicio llamado procrastinación ocurre porque el ser humano trata de evitar estados de ánimo negativos asociados a las tareas que tenemos pendiente por ejecutar.

Si la actividad que tienes que hacer te puede generar aburrimiento, ansiedad, inseguridad, frustración, entre otras emociones negativas, entonces la evitas. Y lo curioso de esto, es que luego, después de procrastinar, ¡terminas sintiéndote peor!

En palabras simples, aplazamos la tarea que nos hace sentir mal y terminamos sintiéndonos peor por haberla pospuesto.

Además, puede ser que esa tarea pendiente vaya un poco más allá de simples sentimientos no deseados. Procrastinar puede estar relacionado al síndrome del impostor, a baja autoestima, inseguridad, miedo al fracaso, entre otros. Por eso quizá, muchas personas no empiezan con sus proyectos y nunca van por sus sueños.

“La procrastinación es un problema de regulación de emociones, no un problema de gestión de tiempo”,
Tim Pychyl, profesor de Psicología en la Universidad Carleton en Ottawa, Canadá.

La gratificación instantánea

Otro factor determinante en la procrastinación pero que tiene su base en eludir las emociones negativas es la gratificación instantánea. Las redes sociales son una alta fuente de gratificación inmediata, en las que obtenemos recompensas o placer de forma instantánea y esto le da a nuestro cerebro un golpe de dopamina.

Quienes procrastinan prefieren una gratificación inmediata a una gratificación futura. Saben que deben hacer lo que está pendiente y lo evaden, aun sabiendo que al finalizar dicha actividad obtengan una gran satisfacción.

El caso es que, lo primero que debes hacer es identificar cuándo estás procrastinando y preguntarte inmediatamente ¿por qué estoy evitando hacer esta tarea? Cuando reconozcas el porqué de tus acciones, actuarás en base a ello dejando de procrastinar y poniéndote a actuar.

Lemon8 la red social de los creadores de TikTok que se posiciona en Estados Unidos
¿De qué se trata el método japonés de mejora continua llamado Kaizen?