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No importa cuán pequeña sea, ¡celebra tus victorias!

En mi ebook Enamórate del proceso, el cual puedes descargar gratis, escribo una frase de Greg McKeown que dice así:

«La forma más efectiva de motivación es el progreso».

Esta frase, que se encuentra en el libro “Esencialismo: Logra el máximo de resultados con el mínimo esfuerzo”, me encanta. Es una frase poderosa que al internalizarla te cambia la forma de ver las cosas.



Tener avances por muy pequeños que sean mantienen la motivación y sobre todo el progreso. Por eso, soy fan de celebrar pequeños logros, me mantienen motivada y me demuestran que sí se puede avanzar en torno a una meta global.

Pero ¿qué son pequeñas victorias? ¿Y cómo se celebran? Una pequeña victoria es un paso que pensabas que no podrías dar sin embargo, lo hiciste. Por ejemplo, levantarte de la cama cuando estás con muchas ganas de seguir durmiendo, ¿te ha pasado? Creo que a todo el mundo, pero ¿lo has celebrado?

Levantarte de la cama cuando tenías muuuucha pereza, ¡es un logro! Felicítate y celebra ese pequeño paso.

¿Hacer 10 minutos de ejercicio? Es poco tiempo, pero ¡celébralo! Porque en otros días no hiciste ni 30 segundos.

Los pequeños logros son esas acciones diminutas que parecen no tener importancia, sin embargo, cuando se hacen diariamente se convierten en algo gigantesco. Gota a gota se llena el vaso.

Una forma de llevar el control de pequeños pasitos que hacen una gran caminata es con un habit tracker, un calendario que registra tus hábitos diarios diariamente durante todo un mes. Yo lo uso y ha sido muy efectivo porque cuando me siento desmotivada puedo ver todo el progreso que llevo y sigo adelante.

Nos hemos acostumbrado a acelerar nuestros procesos, a mirar relojes ajenos en vez de enfocarnos en nuestro propio tiempo. Queremos los resultados rápidamente, anhelamos el éxito a la vuelta de unos pocos meses, vivimos apurados comparándonos con las vidas, quizá ficticias, de otras personas.

Y ese acto de trazar metas poco realistas es lo que hace que nos rindamos rápido, que renunciemos sin haber intentado dar lo mejor de nosotros siendo pacientes con nosotros mismos y con nuestro proceso.

Si algo he aprendido es que cuando sueñas en grande tienes que dar pasos pequeños para ver resultados constantes, un progreso diario que nos anima a seguir adelante.

Celebrar las pequeñas victorias tiene grandes beneficios, te motivas al saber que eres capaz de convertir un acto «pequeño» en un hábito diario, ves progresos cuando esas acciones no te cuestan mucho pero generan grandes resultados a largo plazo y lo mejor es que te mantienes en avance constante, es decir no estás ni estancado ni detenido.

¿Te animas a celebrar esos pequeños logros?

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